Reflexión

Encuentro Internacional:
Nombrar la gestión cultural contemporánea

Durante mucho tiempo, la gestión cultural fue una función ligada a la planificación y al control de procesos laborales, es decir, a un trabajo administrativo. Sin embargo, es a partir de los años setenta de la segunda mitad del siglo XX, cuando la promoción y producción del arte y la cultura desplazaron de manera paulatina al ámbito administrativo de la labor, hasta convertirlas en el centro de la gestión cultural.

En este siglo —y particularmente en tiempos pandémicos— se percibe una creciente toma de posición respecto a la gestión cultural. Ahora gestionar se concibe como una palestra de reflexión y de disenso para hacer de los programas públicos y expositivos una herramienta que incide en las políticas culturales y favorece la accesibilidad, la inclusión, la perspectiva de género y la justicia cultural.

Hoy en día, de la mano de dimensiones sociales, económicas y medioambientales, la práctica de la gestión cultural se puede concebir como un pilar transversal de la sostenibilidad. La mediación es una herramienta para hacer visible la lucha antipatriarcal, antirracista y decolonial. En este sentido, la participación en el ecosistema cultural actual se convierte en un acto de empoderamiento y cocreación, para reivindicar la apertura de la gestión hacia diversas comunidades y grupos, no únicamente bajo la perspectiva del consumo cultural, sino del acceso a los medios para su producción.

No es de extrañar que los nuevos modelos de gestión cultural —tanto en el espacio físico como el virtual— requieran de nuevos oficios, palabras y profesiones, de un léxico incompleto que se transforma y se construye en la experiencia del quehacer cotidiano.


For a long time, cultural management was a function linked to the planning and controlling of labor processes, in other words, administrative work. Nevertheless, it is from the 1970’s that artistic promotion and production and culture gradually displaced the administrative realm of labor, until they became the nucleus of cultural management. 

In this century—and particularly during pandemic times—there seems to be a growing posturing in terms of cultural management. Managing is now conceived as an arena of reflection and dissent in order to turn public and exhibition programs into a tool that has an impact on cultural policies and that can favor accessibility, inclusion, gender perspectives and cultural justice.

Nowadays, going hand in hand with social, economic and environmental dimensions, the practice of cultural management can be conceived as one of the transversal pillars of sustainability. Mediation is a tool that can make the struggles against patriarchy, against racism and against colonialism visible. In this sense, participation in the current cultural environment becomes an act of empowerment and co-creation that can vindicate the open nature of management in the eyes of many communities and groups, so that it doesn’t only remain under the perspective of cultural consumerism, but that can also offer access to the means for its production.

It is not odd that the new models regarding cultural management—both in the actual space as well as the virtual—require new crafts, words, professions, even an unfinished lexicon that transforms and builds itself in our everyday experience.  

Reflection

International Conference:
Naming contemporary cultural management